Aunque el tema ha sido tratado varias veces en este blog, quiero abordarlo ahora de una forma concreta. Lógicamente, antes que nada deberemos entender bien qué es ser competitivo, aspecto nada baladí, al contrario: es esencial tenerlo claro pues no siempre ocurre, dado que muchas personas gestionan a golpe de intuición y otras dedican un muy elevado porcentaje de su tiempo a resolver el problema diario, creyendo en ambos supuestos que así dirigen con eficacia, y no lo es. Competir y ser competitivo son las dos caras de una misma moneda: es tener claro qué debe hacerse y cómo llevarlo a cabo, y que se deriva de tener (o no) una capacidad vital: la competitividad El cuadro adjunto intenta resumir, conceptualmente, en qué consiste la competitividad: si ponemos en práctica esta capacidad podremos decir que una persona es competitiva. Nunca insistiré bastante en la necesidad de tener objetivos claros (por escrito), cuyo logro puede indicar que hemos desarrollado -en un contexto competitivo y sostenible- la citada capacidad, que por mi experiencia tienen sólo el 50 % de los directivos de pymes. Para triunfar, dicho porcentaje (como promedio de todo el equipo directivo de la empresa) debería ser como mínimo del 75 %. Por esto unos negocios van mejor que otros, dado que las circunstancias externas (el entorno y el sector) son similares para casi todas las empresas de una misma actividad. Incluso (para ponerlo más «emocionante»), diría que la calidad de gestión de una pyme debe parecerse cada vez más a las grandes, en términos cualitativos; y la dependencia de las personas concretas (para alcanzar los objetivos) es infinitamente mayor en la pequeña que en la gran empresa. Las personas competitivas deben tener unos requisitos básicos. En el cuadro intento resumir, con las matizaciones que queramos (pues se trata de un ejemplo para reflexionar), lo relativo al puesto de dirección general (incluso comercial) en una pyme de 50-70 trabajadores: las capacidades y habilidades medias precisas, con su grado de importancia. Puede servir para hacer un diagnóstico sobre qué tenemos y qué nos falta (a nosotros, u otros colaboradores). Para evaluar podemos pedir a 3 personas que asignen porcentajes según lo que perciban, de la forma siguiente: si, p.ej, aprovechamos y gestionamos el tiempo sólo al 50 % (como promedio de las tres opiniones), lo multiplicamos por el 20 % y resultará un 10 %; etc. Si la persona en cuestión estuviera por debajo del 60 % de puntuación, es probable que no tenga el perfil necesario para dicho puesto directivo (>75 %, sería el «nivel competitivo mínimo adecuado»). Os animo a analizar casos concretos. ¿Es fácil ser competitivo y/o tener personas competitivas? No lo es, aunque sí posible. Lo que he podido comprobar muchas veces es que el ser humano tiene una potencialidad no desarrollada muy alta: es decir, podemos mejorar más de lo que nunca hemos pensado; y el momento de hacerlo es ahora, ya, no cuando se den determinadas circunstancias (¿alguna vez concurrirán?). Y, habitualmente deberemos ser inteligentes: suplir nuestras carencias con un buen equipo que nos haga mejores; y/o establecer alianzas de negocio con empresas complementarias. En definitiva, hay diversos caminos para ser más competitivos y que nuestra empresa vaya mejor; pero, quizás, tener personas competitivas a nuestro alrededor sea el que más nos convenga. Y, para lograrlo deberemos abordar una eficaz gestión de recursos humanos (RR.HH.), entre otras medidas. Obviamente, los empresarios deben priorizar estas cuestiones. Saludos cordiales a todas y todos. @fjdiazconsultor Copyright © 2017 por F. Javier Díaz Todos los derechos reservados
TENER PERSONAS COMPETITIVAS
Tener personas competitivas es la clave para que una empresa vaya bien y alcance sus objetivos, especialmente conforme el tamaño de la entidad sea menor. Si esto lo aplicamos con sensatez e inteligencia, habremos puesto el principal cimiento para tener éxito en un entorno cada vez más digital, cambiante y transversal.