Estamos observando cómo la logística está adquiriendo una importancia clave en la cadena de valor de las empresas, siendo un elemento central o nuclear, es decir: una actividad core.
Algo pasa, cuando suben en bolsa las empresas del sector, y atraen el interés de los grandes fondos de inversión.
El auge del comercio electrónico (con mucho mercado al por menor), la globalización, la necesidad de inmediatez en las entregas (nuevos hábitos de consumo), la optimización a nivel de costos, la mejora en la organización para prestar los servicios, y otros factores, explican la situación.
Un ejemplo del contexto son la proliferación de parques logísticos y el aumento de servicios integrales prestados.
Las grandes empresas están prestando mayor atención a su logística. Ya no es «una maría».
Pero, si nos referimos a las pymes nos encontramos con debilidades, produciéndose encarecimiento, problemas de suministro y/o capacidad de entrega por no haber previsto bien este negociado.
Reconozco que una pequeña empresa tiene dificultades para contar con medios propios adecuados. Pero para eso están las redes externas, y también la opción de organizar redes de colaboración con otras empresas con intereses comunes.
Me gusta decir que el problema puede no ser el tamaño sino mantenerse independientes.
Otra circunstancias es que, todavía, hay muchas empresas con su logística integrada en el área de producción o fabricación, cuando en realidad es una actividad con importancia propia pues en ocasiones representa el 5 – 10 % sobre importe de venta.
Y, pensemos lo gravoso de atender -en algunos casos- hasta un 30 – 40 % de devoluciones en las ventas de moda textil por internet.
La logística es una actividad core que va más allá del concepto de «portes», y se ha convertido en un hecho transversal dentro de la organización empresarial pues en ella concurren intereses de diversas áreas: compras, producción, ingeniería, ventas, etc. Es decir, todo lo vinculado a los suministros (inputs – outputs) y la relación con clientes y proveedores.
Contar en el organigrama con la función correspondiente, y que esta sea desempeñada por un especialista, es un requisito esencial. Incluso puede ser una fuente clave para obtener ventaja competitiva.
Y, disponer de herramientas y procedimientos informáticos para la gestión -como la coordinación con el proveedor logístico externo-, resulta esencial. Invertir en esto reportará beneficios a corto plazo.
La competitividad se genera en cada actividad de la cadena de valor, y la logística no es una excepción, al contrario.
Estamos en un momento donde diversos costos están subiendo (electricidad, gas, materias primas, …), además de los inherentes al transporte, y si no aplicamos medidas eficaces para optimizar todos los eslabones de la actividad empresarial, nos veremos sorprendidos por una caída sensible de la rentabilidad. Mejorar la logística es una necesidad.
Y, por último, mencionar una noticia que he leído en el diario Expansión. Se titulaba «La crisis de los camioneros se extiende a Europa».
Explica la escasez de conductores, lo que incide en la cadena de suministros y que puede acentuarse cara a las Navidades. Cita una información que cifra en 400.000 los que faltarían.
Indica el artículo que también influirá el previsible incremento de costos salariales asociados, por las nuevas normativas laborales de la UE (entrarán en vigor en febrero de 2022), que pretenden -con toda lógica- mejorar las duras condiciones de trabajo de dichos profesionales.
En definitiva, más argumentos para tener una visión clara de la problemática y actuar con eficacia, pues la logística es una actividad core relacionada directamente con la rentabilidad de la empresa.
La logística, por tanto, debe estar integrada en la estrategia competitiva de la empresa.
Saludos cordiales a todas y todos.