Ser personas competitivas implica trabajar bien, con calidad, con impacto en una organización. No se trata sólo de intentarlo: es mucho más.
Y, con la excusa del actual mundial de Qatar, quiero trasladar algunas reflexiones que planteé hace meses sobre «tener calidad en el fútbol», y que vendrían al caso para hablar de cómo es nuestro trabajo profesional y si somos competitivos. Transcribiré un post anterior, con algunos añadidos (en cursiva). Ahí va.
Estos días … escuchamos a muchos periodistas y «expertos» decir que tal jugador tiene mucha calidad y ¡qué bueno es! Pero creo que tener calidad en el futbol, u otra actividad profesional, es algo diferente a lo que pretenden indicarnos los referidos.
Y, lo digo porque dichos «gurús (que en ocasiones no entienden qué es el fútbol) se refieren a que un jugador ha hecho un caño o dado un taconazo. Para ellos eso es calidad, lo vistoso; pero lejos de la esencia que permita calificar a un profesional como competente, o donde quiero centrarme: ser competitivo.
Personas competitivas
Ser competitivo es saber desarrollar la capacidad denominada «competitividad«, y que me gusta denominarla de una forma concreta:
Por tanto es querer, poder y lograr unos objetivos.
Y, como el fútbol es un trabajo en equipo (igual que en la empresa), la capacidad competitiva individual debe traducirse en una aportación decisiva para ganar un partido (resultado). Es decir: el buen hacer de tal futbolista -además de dar «rabonas»- debe ser determinante (con sus goles, sus asistencias, sus paradas tipo Oblak) para que el equipo triunfe.
En el marco de las organizaciones, ser competitivo no es un desarrollo sólo individual sino que va unido al devenir del conjunto, cuyas metas son la prioridad. Lo particular enfocado hacia los objetivos compartidos.
Decía el gran Luis Aragonés que el fútbol es ganar y ganar, y ganar y volver a ganar. O dicho de otro modo: ser bueno es ser competitivo, y debe medirse ganando y contribuyendo a su logro.
Un «gran futbolista», definido y alabado así por un comentarista, además de «pinchar un balón» ¿sabe competir? Porque eso es ser bueno, en mi opinión. Lo otro es ser habilidoso, una parte de la cuestión. Pero ser personas competitivas es otra cosa.
Hace días leí en el diario AS unas declaraciones de Diego Pablo Simeone que centran bien la cuestión. Se refería a Bilardo. Transcribo:
«A Carlos le tengo mucho respeto. Debuté en la selección en 1988 y aprendí a competir, porque talento lo tienen muchísimos futbolistas, pero competir lo hacen pocos. Competir con la voracidad de ganar no lo hacen todos, eliges el menor esfuerzo, te cansas …»
En definitiva, ser personas competitivas: aquellas que luchan con determinación para alcanzar sus metas. O dicho de otro modo: tienen calidad en su trabajo.
En el mundo real -por ejemplo el de una pyme- competir es lograr sus objetivos. Lo demás son buenas intenciones o deseos. Si no alcanzas tus metas, no has sido competitivo. No se trata de intentarlo sino de obtener los resultados deseados.
La clave para ser competitivo descansa en dos elementos: poner el máximo esfuerzo; y tener ventajas competitivas (ser más rápido, preciso en el 95% de los pases, lograr 2 goles cada 4 disparos, parar 1 de 2 penaltis, etc.). Esfuerzo enfocado y apoyado en determinados talentos.
Es cierto que en ocasiones sólo alcanzas -por ejemplo- un 80% de tus retos: entonces habremos sido competitivos no plenamente, pero sí en notable grado.
Distinto es quedarse en el 50 %: no habrás sabido competir bien ni demostrar calidad profesional.
Aquellos que lo intentan pero no lo logran, deben preguntarse si han puesto todo el esfuerzo necesario (más allá del «cañito»). Teóricamente podría ocurrir que lo intentes muchísimo sin alcanzar la meta; quizás se deba a carecer de las ventajas descritas. En todo caso, no habríamos sido competitivos sino voluntariosos (digno, pero insuficiente).
Tener calidad en el fútbol (o en nuestra empresa) lo dirán los resultados: es la forma correcta de evaluar; es decir, con los objetivos … en el bolsillo.
Uno puede ser un buen técnico en su puesto y tener habilidades para una actividad determinada, pero eso no nos convierte en un buen profesional si no va unido a trabajar en equipo, implicarse con los objetivos de la empresa, etc.
¿Somos competitivos? O dicho de otro modo: ¿trabajamos bien y cómo lo medimos? Aquí radica el quid de la cuestión que planteo en este post.
Las personas competitivas, en definitiva, son las que sacan adelante una empresa a partir del cumplimiento de sus objetivos previstos, con la máxima eficiencia (calidad).
Y, sed comprensivos conmigo porque reconozco se nota mi vena rojiblanca.
Saludos cordiales.