Con este artículo concluimos la serie sobre Dirección por Objetivos (DPO). En el anterior, abordamos la importancia -precisamente- de tenerlos y planteamos una metodología para llevarlo a cabo: aquí es donde pueden presentarse las dificultades, como habéis expuesto en diversos comentarios y correos recibidos.
Cuando una pyme (o una entidad pública) tiene problemas, debe afrontarlos mediante un proceso de mejora (primero, el diagnóstico) teniendo claro hacia donde debe dirigirse. Si el empresario tiene dificultades serias para abordar lo indicado y/o pensara que no tiene solución, en vez de caer en la desesperanza (¡ojo con ello!), quizás deba pedir ayuda (ir al «medico»), despejar la mente y comprobar que sí puede haber remedio. No saber qué hacer no implica que esté todo perdido; quizás sea que nosotros solos no podemos.
En otras ocasiones, cuesta mejorar porque andamos dispersos y nuestro método de trabajo no ayuda. El director de una organización, formada por personas, no puede hacerlo todo él (ni el trabajo de los demás): así no es viable en ningún negocio (privado o público). Un gerente necesita concentrarse en lo esencial (¡cuantas empresarios no llevan esto a la práctica!), y con crisis más. Resumiendo mucho, su principal rol son las PERSONAS (los recursos humanos) que dependen de él: tiene que motivar, exigir, implicar, «hacer hacer«. Así podrá concentrarse en la ESTRATEGIA, y estará en disposición de aprovechar las oportunidades que se presenten.
Lógicamente, precisamos contar con un equipo competente, huyendo de actitudes paternalistas. Y, como mínimo es necesario tener una persona o dos en las que podamos apoyarnos, delegando al máximo.
Esa será la base para implementar una ventaja competitiva esencial, y más cuando el tamaño empresarial sea menor: INNOVACIÓN EN LA GESTIÓN, cuya fuente es el equipo humano. La calidad de gestión en una pyme es un punto crítico porque -según mi experiencia- ahí es donde más solemos flaquear, presentándose un núcleo básico para la mejora al ser donde más podemos incidir.
Tomar decisiones en estos ámbitos será la diferencia entre salir adelante o no porque dirigir es decidir (elegir y actuar).
Un ejemplo de tomar decisiones será adoptar todas las medidas que precisemos para tener una estructura de costos adecuada, que no sólo se basará en recortar costos de personal (puede ser una «trampa» fatal si ahí nos quedamos) sino darle un enfoque mas estratégico. Lo indicado en el cuadro (venta minorista) puede ayudarnos a centrar las cuestiones a revisar, adaptándolo a nuestras circunstancias.
Siempre hay soluciones, pero un proceso de cambio «a mejor» implica decidir (incluso con el riesgo de equivocarnos) aplicando las medidas necesarias para ser más competitivos. Muchas empresas, por no hacerlo en 2008 o 2009, están en 2013 al borde del cierre: es una experiencia que nos debería urgir a no retrasar lo que se deba hacer. No hay soluciones buenas o malas: si se sale adelante habrán sido adecuadas …, porque las habremos puesto en práctica incluso en un mar de dificultades.
Finalizo con dos ideas que me parecen esenciales. La primera: las personas son las que hacen competitivas a sus empresas, si a su vez lo son. Y, la segunda: tomar decisiones, porque hay una relación directa entre esto y obtener resultados positivos.
Buena semana a todas y todos.
Copyright © 2013 por F. Javier Díaz Todos los derechos reservados
Post publicado en www.podemossercompetitivos.com.